"La luz de esperanza".
Comienzo este testimonio con la primera frase que mi esposa mencionó al salir de la primera consulta con los ojos vidriosos
abrazando y besando a mi bebe.
Nuestro camino comenzó cuando a los 10 días de nacido a mi hijo le dio temperatura y de alguna manera u otra fuimos a parar
al IMSS donde después de 15 horas ni un médico lo había revisado, llegamos a otro hospital privado de la ciudad y después
de varios estudios nos dijeron que tenía un problema en las vías urinarias.
El primer urólogo que visitamos sólo nos asustó, nos dijo que la vida de nuestro hijo corría peligro y que su operación era
demasiado costosa, yo me veía vendiendo mi casa con tal de salvar la vida de mi hijo.
Pensando en el silencio frío y seco de nuestro triste hogar, decidimos buscar una segunda opinión; llegamos con otro doctor
que solo nos hizo sentir como si fuéramos los peores padres en el mundo, nos regañó, nos insulto (muy sutilmente pero insulto
es insulto) y obvio también demasiado costoso; un familiar al ver nuestra desesperación hablo con el dueño de la empresa
donde trabaja y le recomendó otro medico, llegamos al hospital más costoso de la ciudad y nos hizo ver nuestra suerte, pago
por adelantado etc, pero al menos nos dijo que era mentira que la vida de mi hijo corría peligro y que nosotros necesitábamos
un urólogo pediatra y eso nos dio fuerza para seguir buscando al urólogo indicado, fue cuando una llamada para pedir una cita
con el doctor Joel Arreola nos vino a cambiar nuestro semblante por alegria y esperanza.
La última cita del día, los demás consultorios ya cerrados y el doctor lo primero que nos dijo fue “Tranquilos esto lo vamos
a solucionar y su bebé va a estar bien”, revisando los estudios el doctor nos empezó a aclarar todas las dudas que durante
nuestro camino surgieron, su experiencia y conocimiento nos daba ese inhalación profunda, como cuando sabes que estás en
el lugar correcto. Lo demás es historia.
Hoy tenemos en casa a un niño alegre pero sobre todo sano. Le agradezco a Dios por haber puesto en nuestro camino al doctor
pero sobre todo al ser humano que está debajo de esa bata blanca que aún nos sigue ayudando con el tratamiento y recuperación
para que mi hijo tenga su vida normal.
